Esta mañana de sábado soleada de diciembre he vuelto a subir a Las Ermitas, pero aún siendo significativo subir por primera vez, después del arreglo de la Carretera de las Ermitas o Camino de los Lagares, que no Cuesta del Reventón, le pese a quien le pese, lo es más salir de la sequía de publicar en el blog Notas Cordobesas. La verdad es que no hay mal que por bien no venga, eso me ha permitido comprobar que sólo cinco personas se han preocupado de una falta de publicaciones en más de dos meses, 75 días para ser más exacto, ya que la última entrada fue el 20 de septiembre.
La obra de esta nueva remodelación, desde que dejó de usarse esta carretera, aún no está terminada. Las obras en nuestra ciudad tienen eso, que se eternizan siempre. Cuando era solo proyecto, particularmente no le hice ascos a la reforma. Somos muchos mayores que no somos aventureros aspirantes a partirnos un hueso. Seguro que a los ciclistas les gusta menos, a esos les recomiendo que suban por la Traición, si son capaces, algunos mayores si lo somos andando. Hay que señalar que la Trocha o la verdadera Cuesta del Reventón(que no los Pobres) también está actuado en su comienzo desde el puente del Valdegrajas en la explanada de la seca Fuente de las Ermitas.
En hora temprana dejé el coche en la cuesta adoquinada (siempre he cuestionado qué estaría en las cabezas de los que decidieron construir esa vía, no sabemos si querían adoquinarla hasta arriba para especular u otra cosa, la verdad es que no creo que pensaran en el desfogue juvenil, como ha sido su uso. Habría que repasar la declaración de intenciónes del proyecto), ahí está el contenedor de herramientas y el cartel anunciador de la obra. Esta carretera ha tenido dos grandes actuaciones la que la convirtió en 1882 en Carretera de las Ermitas en el siglo XIX, y otra del XX que la dotó de bancos y canalillos de desagüe, luego la erosión hizo todo lo demás pues ya no había Peones Camineros, o mejor dijo Peón Caminero que mantuviera esos cinco Kms. más o menos.
En el margen derecho dirección Ermitas, hay un canal de recepción de las aguas (cuando llueve), pero no en todo el trazado. El piso es de arena apisonada, parece que con un tratamiento de cal, para favorecer la compactación. Se hace cómoda la subida sin tener que preocuparte de evitar la rotura de un tobillo, de los dos, o la tibia y el peroné. Una vez pasada la desviación de la Trocha o Cuesta del Reventón, hay un refuerzo de un torrente estacional para tratar de anular el mismo y el destrozo del camino consiguiente. Muy cerca la bajada a la Fuente del Valdegrajas, de la que se surtía el personal de la Casilla de Peones Camineros. Y todo el camino con la misma hechura hasta arriba el enlace de la carretera de las Ermitas –camino-, hasta la carretera de la de Palma del Rio al Lagar de la Cruz.
Mucho ciclista y alguno protestando por haber desaparecido las piedras. Sin embargo otros bajando se creen que el camino es suyo y esperemos no tener que lamentar un accidente con los senderistas por las exageradas velocidades. No hay mayores novedades salvo en la explanada de la Fuente, la subida de 36 escalones hasta la carretera. Ya no hay que hacer casi alpinismo por la subida. La bajada la hice por la Trocha corta o Cuesta del Reventón. Desde la explanada han habilitado una pasarela que aún no está terminada en un tramo de escaleras. Comentar que al iniciar la bajada me dijo un joven que subía: -Tenga cuidado que al acabar la pasarela el tramo por la izquierda está muy peligroso. Le di las gracias y pensé, aunque yo no quiera darme cuenta lo que dice mi espejo, no es lo que ven las personas.
Terminado el tramo de pasarela usable -es cierto lo que decía el amable senderista preocupado por el anciano al que avisaba, está peligroso y difícil el paso-, la trocha está como siempre ha estado, no desde luego como cuando subió en 1904, el director del periódico local a Silvela con su tiro de mulas. Ignoro lo que estará previsto para la Trocha, pero hay algunos tramos que necesitarían de otros pasos elevados. Incorporación a la Carretera de las Ermitas y bajada cómoda, como la subida lo fue, hasta nuevamente el inicio de la cuesta adoquinada llamada popularmente del Condón. Desde mi punto de vista la obra, que no tiene por qué coincidir con el de algún lector/a, incluso con los que opinan de oídas sin haber pateado el recorrido, es de una nota notable.