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SOBRE LA REMODELACION DE LA CALLEJA DE LAS FLORES Y LA CRUZ QUE REMATABA EL CAPITEL

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Como estaba antes de ser famosa, principio de los cincuenta

He de decir que la mayoría de los tipismos de nuestra ciudad, vienen de la década de los cincuenta, año arriba, año abajo, que fue cuando se trasformó en un trampantojo cinematográfico, o se embelleció, según se quiera. Lo de trampantojo no es peyorativo ni mucho menos, porque por poner un ejemplo, el barrio de Santa Cruz sevillano es un ejemplo de lo mismo. Calles deprimidas como era la Huerta del Rey, donde daban  las puertas falsas de las casas de la calle de los Judíos, y la balsa de agua que formaba la Alcubilla de la Puerta de Almodóvar, que buscaba después la casa de Juan Barazona, para desaguar por el Puente de los Sacos. 

La plaza de la Calleja de las Flores, de Lucien Roisin

Eso es hoy la calle Cariuan, que incluso se le ha buscado similitud con otras de Marruecos. La muralla romana augusta con almenas que no eran muy de la época de su construcción, pero ahora han quedado como si hubiera sido así. O los estanques de los jardines del Alcázar a similitud de los de la Alhambra, sin haber existido antes. Pero ahora son la historia que queda. Todo esto viene como consecuencia de una calle icono de la ciudad de mi barrio, del barrio de la Mezquita, o de la Catedral según quien lo cite, un ciudadano laico o el obispo, y que es la Calle de las Flores. Esta era una calleja normal o barrera como solía llamar a estas calles D.Teodomiro Ramírez de Arellano.

Otra fotografía de recien remodelada

La plazuela de la Calleja de la Flores y la prolongación en la otra pequeña con un arco, no ha sido siempre así. Ese barrio en conjunto era un barrio de casas de propietarios pudientes, muchos agricultores y otros menos, que vivian muchos en grandes casas de vecinos. como puderan ser Medina y Corella 4, CArdenal Herrero 28, o la Casa del Callejón, y por hacer honor a la verdad no existían notables diferencias en el trato, de la vencindad, o a lo peor es que yo no lo notaba, o que cada uno sabía cual era su espacio. Sin ir más lejos mi casa estaba entre la de los propietarios de la finca La Calzada y la Palomera. Por recordar una familia bastante numerosa que vivia allí, en la calleja, mencionaré a los Venturas. Su padre trabajaba en el matadero, y cuando estaban de moda las peliculas de romanos fue el doble que tiró el toro al suelo. Aquello fue un acontecimiento local que dio que hablar.

El rótulo

Ha llegado a mis manos un trabajo periodístico muy interesante de una amiga, Pilar Ruiz, vecina que fue de la calleja, que trata de aclarar algunas inexactitudes que circulan relativas a la remodelación de la Calleja de las Flores, y dejar constancia de las personas que contribuyeron a que la calle sea como es hoy. Yo lo voy a transcribir si tocar una coma, porque considero que debe ser el original de Pilar el que quede publicado.

La casa del Sr. Bernier (Foto P. Ruiz)

"REMODELACIÓN DE LA CALLEJA DE LAS FLORES

Cuando leemos en distintos medios (prensa, blogs, enciclopedias digitales…) información sobre el aspecto que hoy podemos contemplar de esta famosa calleja y su plaza, se aprecian varias inexactitudes, sobre todo en cuanto a fechas y autoría. Entendemos que no existen documentos escritos en los que se pueda contrastar lo que podemos aportar en esta ocasión, pues los datos provienen de personas, aún vivas, que de asistieron a la transformación de un recinto absolutamente desprovisto de interés a otro que aprovechó la oportunidad de realzarlo, sacando provecho de todas las características que ofrecía (vista de la torre de la catedral perfectamente enmarcada en la calleja y una plaza recoleta con unas dimensiones suficientes para crear una rincón agradable del que  disfrutar en compañía).

El Sr. Bernier en la puerta de su casa con unos amigos (Foto P. Ruiz)

Esta historia se inicia a finales de los años 40 del siglo XX con Alfonso Cruz Conde, alcalde de Córdoba de 1949 a 1951. En este breve periodo sentó las bases para transformar Córdoba haciéndola más moderna sin perder de vista sus aspectos populares.  Su hermano Antonio Cruz Conde, también alcalde de Córdoba,  mantuvo y desarrolló este plan debiéndosele, entre otras obras, la restauración del Alcázar y sus jardines, de la Torre de la Calahorra y el derribo del mercado sito en el centro de la Plaza de la Corredera que impedía ver su estructura original.

Detalle del pavimento (Foto P. Ruiz)

En su discurso de toma de posesión de su cargo dejó patente esta intención y solicitó implicación a todos los cordobeses: TODOS y cada uno de los cordobeses tienen una misión: Vivir de cara a la ciudad y no de espaldas a ella. Hacerla cada día más cuidada, más limpia, más culta. Pensar que nos toca la misión de cada hora y nuestro viejo río quiere ver reflejado en su ancho cauce el dinamismo de la generación del cincuenta y uno. Yo pido a todos su propio esfuerzo […] Una Córdoba mejor hecha por los cordobeses. Tal puede ser nuestra divisa! Fue acertado el espíritu de los Cruz Conde de desear la colaboración de quien pudiese prestarla, pues había cordobeses que coincidían con ellos en la idea de renovar, modernizar y embellecer Córdoba, cordobeses que contaban con experiencia, conocimientos y sobre todo entusiasmo.

La cruz de hierro forjado, y la virgen (Foto P. Ruiz)

Enrique Romero de Torres, hermano del pintor, en esa época director del Museo de Bellas Artes y que había sido nombrado en 1943 Hijo Predilecto de Córdoba por su empeño, como miembro de la Comisión de monumentos de conservar el patrimonio histórico, llegó en su implicación a la hora de proteger de la demolición edificios históricos  incluso colocarse a píe de obra de algunos de ellos. Pues bien, Romero de Torres ilusionado con el impulso de Cruz Conde por hacer de Córdoba una ciudad nueva sin perder su identidad y compartiendo esa ilusión con otros amigos, fue comentando a la salida de la misa dominical de las 12 en la Catedral, ya sentados en Casa Pepe tomando un aperitivo, las posibilidades que la Calleja de las Flores ofrecía y cómo podían ellos aportar su granito de arena.

Fuente proyectada que está en la plaza del Cardenal Toledo (Foto P. Ruiz)

Enrique Romero de Torres sobre 1950 propuso este proyecto en el Ayuntamiento que fue encargado al arquitecto municipal Víctor Escribano Ucelay. Este contemplaba el cambio de pavimento de baldosas de cemento de 9 tacos por losas de granito y empedrado en calleja y plaza y una fuente en la plaza.  La fuente proyectada por Escribano era de mármol y Romero de Torres, impulsor de la idea, opinaba que no era ni el material ni el diseño adecuado para un entorno que se quería popular. 

El tramo que no fotografia nadie

Sus influencias en el ayuntamiento consiguieron que se autorizase extraoficialmente otra ejecución que sería llevada a cabo por Rafael Bernier Soldevilla, vecino de la plaza, profesor de la Escuela de Artes y con un reconocido prestigio en este tipo de proyectos de los que, como en el caso que nos ocupa, no han quedado constancia escrita. El motivo de esta anomalía se debe a que Bernier no tenía la titulación idónea exigida para ello y sus proyectos eran firmados por arquitectos amigos. Ejemplo de ello lo tenemos en el palacio con fachadas a la calle Cabezas y Feria  en el que durante varios años de la década de los 40 se encargó de su rehabilitación por encargo de su propietaria Dña. Pilar Sotomayor (Sra. de Herruzo) sin que haya constancia de la autoría de su trabajo, y si la hay de algún arquitecto amigo suyo.

La columna de la antigua casa del Sr. Bernier

De Bernier es el diseño de la fuente consistente en un pilón octogonal,  columna,  capitel y una cruz de hierro forjado que remata el conjunto. Los restos arqueológicos fueron aportados para este proyecto por Samuel de los Santos Gener, director del Museo Arqueológico en aquellos años. Consisten en una columna lisa de granito y un capitel de orden corintio bastante deteriorado que podría ser de tiempos del emperador Adriano. Es vox populi  que la fuente destinada por Víctor Escribano para esta plaza es  la que podemos contemplar hoy día en la Plaza del Cardenal Toledo. 

La portada del hotel El Balcón de Córdoba

A título particular y compartiendo el ánimo reformista municipal, Rafael Bernier Soldevilla aportó dos elementos a la fachada de su casa (que era la trasera de la principal en la calle Encarnación 8): una columna en la esquina y la remodelación de la portada. Muy poco tiempo después, y todo este proceso abarca los primerísimos años 50, aportó el arco que se encuentra  más cercano a la plaza aprovechando unas obras de remodelación que le encargaron en una de las casas adyacentes. Víctor Escribano decidió sumar un segundo, a la salida de la calleja. Tanto la vista de la torre de la catedral como la propia calleja ganaban en la perspectiva con ambos arcos.

Detalle del rosetón actual

Con más o menos flores, con los tiestos al natural o  pintados de diferente color, más o menos solitaria, hoy la Calleja de las Flores es un rincón que visitan y admiran cientos de personas a diario y cuya imagen ha llegado a ser la representación de las calles cordobesas."

La cruz mocha

La puerta remodelada es la puerta falsa del hoy hotel Balcón de Córdoba que tenía, como puede verse en las fotografías antiguas, una virgen en la parte superior de la puerta. Era antaño la casa del Sr. Bernier Soldevilla. La imagen ha sido sustituida por los actuales propietarios por una especie de roseton calado. En cuanto a la cruz forjada que remataba el capitel de la columna de la fuente, hoy he estado allí y he podido comprobar que, tal y como denunció Pilar por todas las instancias posibles está rota y desaparecida. ¿Cómo ha sido? Estas cosas nunca se sabe, pero lo normal es que sean "gracias"de algunos, sumado al natural deterioro del tiempo y el oxido. Lo cierto es que no está en su sitio.

Unos turistas que quisieron posar

Particularmente no soy muy partidario de la proliferación de simbolismos religiosos en la calles, que dicho sea de paso cada vez proliferan más. Estimo personalmente que debería tenerse en cuenta que somos un país aconfesional. Antaño, los altares callejeros ofrecían a los ciudadanos un punto de luz en la oscuridad de la noche, cuando no había alumbrado público. Hoy eso no es necesario y por esa razón fueron desapareciendo. Pero estamos hablando de una simple cruz metálica que ha estado casi setenta años encima de ese capitel y que simplemente siendo un poco aséptico, tenía de sobra ganado el derecho de ser parte del mobiliario urbano histórico de la Calleja de las Flores.  

Fotos del autor y de Pilar, una de L. Roisin
Bibliografía artículo de Pilar Ruiz



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