El lunes, gracias a la gestión de Joaquín Reina, y a la amabilidad de Luis Moreno, tuve la inmensa alegría de satisfacer un deseo de muchos años, entrar dentro de la alcubilla de la Palomera. Estuvimos Luis Moreno, Pepe Serrano y yo. Esta alcubilla está dentro de la más recónditas neuronas de muchos cordobeses. Días de campo, peroles, puente de hierro cercano, y un entorno maravilloso. El cortijo de la Palomera cuyos propietarios eran mis vecinos, en el barrio de la Mezquita, la familia Aparicio, de la que sólo queda un nieto. Manolín y Conchi murieron jóvenes.
Íbamos al perol andando desde casa o en todo caso el autobús nos llevaba a ese deprimido Barrio del Naranjo, de enorme similitud a los poblados de emigrantes de la periferia de las grandes ciudades. Siempre lo asemejaba a Badalona y San Andrés (Barcelona), de calles empinadas de tierra con las aguas sucias por medio, como en la edad media, a pesar de que había pasado ya más de la mitad del siglo XX, cuando estuve allí. Tuvo que llegar el PCE al Ayuntamiento de Córdoba para que las instituciones se preocuparan de mejorar el estilo de vida de esos vecinos del Barrio del Naranjo.
Yo visité el barrio en esos tiempos porque mi padre tenía un amigo de"Graná", y me llevaba en su bicicleta. Era muy lejos, el camino de los Santos Pintados, Fuente de la Salud y su cortijo de ventanas verdes y palmeras... antes el Sombrerillo del Rey, el Cementerio de los Protestantes, el paso del canal, el puente del ferrocarril, luego las tuberías del agua potable, y el barrio, para pasar después por el castillo del Maimón, propiedad de los "curas", palabra dentro de la cual se almacenaban todas las órdenes religiosas, con la que se simplificaba. Hoy sabemos que son los maristas los dueños. Aunque siempre me preguntaba el porqué del nombre de castillo.
Luego estaban los peroles familiares, íbamos desde casa andando, lo más que podíamos era coger un autobús hasta el barrio pero eran las menos veces. Eran peroles de aventuras, del puente de hierro, de los refugios peligrosos a los que bajábamos por las escaleras de hierro, del arroyo de la Palomera y el de Pedroches. Para unos niños el entorno de escarpadas cornisas, que asemejaban escaladas montañeras, de arroyos, para ello ríos, con un cierto caudal, de pequeñas cuevas. Con un ferrocarril que era un espectáculo verlo pasar por el puente.
Después los peroles del taller de platería, con una detención nocturna por la Guardia Civil, guardias como sacados de una poesía de Lorca, con los caballos negros y aquellos capotes oscuros. Se solucionó satisfactoriamente para mí pero el temblor de rodillas me quedó durante un tiempo. Hoy la actualidad es que la Fuente de la Palomera se ha quedado sin agua, los vecinos lo han denunciado a las instituciones, pero da la impresión que a nadie interesa este problema. Vamos que no los han escuchado. Quién ha visto como estaba y como está se da cuenta de la entrega voluntaria de los vecinos para recuperar un patrimonio que debería proteger la institución municipal.
Parece que la falta de caudal se debe a que presuntamente, se ha efectuado un sondeo que afecta al acuífero que la alimenta, o se está pidiendo más al acuífero compartido, de dentro del citado Castillo del Maimón. Parece que el nivel interior sube acorde con determinados días. Yo no quiero pensar que se deba el problema al litigio del famoso camino, y que los maristas actúen como los jerónimos, "mirando al cielo sin dejar de hacerlo al suelo". Lo cierto es que la fuente que lleva desde su construcción trescientos años, y antes posiblemente desde la época romana, que serían dos mil, ahora no corre. Los vecinos de la familia Díaz, tres migueles (abuelo, hijo y nieto), los Ventura y Luis Moreno, y Manuel que trabajó en la trinchera, son los que la han limpiado por su cuenta y riesgo.
El erudito Ricardo Córdoba la Llave dice de esta alcubilla: "Esta tradicional fuente cordobesa está formada por dos elementos visibles. La parte superior está constituida por una caseta de planta rectangular, con paredes de mampostería y cubierta de ladrillo asentado de plano a cuatro vertientes, que se dispone sobre las losas de cubierta de una canalización anterior. Dicha caseta debe cumplir la función de alcubilla de recogida de aguas de dos o más conducciones.
Bajo la caseta se conserva un tramo de canalización de traídas de agua a la capital, que aparece sobre la superficie (aprovechando el desnivel ocasionado por la ladera de un arroyo) en un tramo de unos 15 m. y con sentido N-S. El canal tiene una base formada por paredes de mampostería y ladrillo asentado de plano de casi un metro de altura y sobre dicha base (por cuya parte superior debe discurrir la atarjea para la conducción del agua) se disponen una serie de sillares de piedra, de unos 60 cm. de sección, que le sirven de cubierta.
En la pared este de la canalización, y a la altura de la alcubilla descrita, se abre un orificio circular cuyo caño cae sobre una pequeña estructura de ladrillo y se incorpora de inmediato a las aguas del arroyo que discurre junto a él. La fuente, por tanto, casi no es tal, sino una salida, que quizá sirva de regulación del nivel de agua de la propia alcubilla, practicada en la conducción por donde sale una pequeña parte del caudal que la misma conduce hacia las ciudad.
Se trata de una fuente tradicional, donde los cordobeses suelen ir de perol o de paseo. Por los elementos constructivos identificados, la alcuba parece más moderna, posiblemente del siglo XVIII, mientras que la propia canalización y sus losas de cubierta son más antiguas. El arca en que está situada esta fuente forma parte del sistema de conducción de Hoja Maimón, que ha surtido a diversas fuentes de Córdoba a lo largo de la Historia (pilar de la Corredera, fuente de la plaza el Potro, de la plaza de las Cañas, Madre de Dios, la Magdalena, San Pedro).
Hace años era habitual que las aguas de la fuente de la Palomera fueran utilizadas para beber por parte de la población o con fines recreativos. Hoy parece no tener más empleo que el ocasional de quien la use durante una visita, perdiéndose el resto directamente por el arroyo." Nadie puede imaginar el buen estado de la construcción interior. Bajas por seis escalones a una habitación de suelo de ladrillo rojo, con un poyete de cuarenta por cuarenta que la rodea a modo posiblemente de asiento para disfrutar de sus aguas.
El techo es de bóveda de ladrillo, cuyas esquinas bajan hasta el poyete, para presentarnos unas fachadas de arcada, y en cada una de las cuales hay unos medallones con un texto que en algunos se lee algo y en otros nada. Y claro no es plan de que manos inexpertas conviertan los textos en otro Exce Homo de Borja. Aunque a lo mejor eso sería bueno para que se hicieran eco hasta las televisiones extranjeras, y significara la protección porque quien debe protegerlo no lo hace. Pero si hay un trozo de acueducto, de dos mil años tirado en la antigua Cuesta de Pedroches a la salida del puente, se puede esperar cualquier cosa. Seguro que profesionales podrían recuperar esos textos adecuadamente.
La puerta de acceso está en el lado norte, protegida, favorablemente por un agresivo zarzal. En los lados este y sur existen dos ventanas, estando la del lado este cegada, y solo recibe la luz del sol, que produce un efecto muy agradable, por la del lado sur. La fachada oeste tiene un escudo de Córdoba muy elaborado a color, con un león rampante en el centro. Dos agujeros en la pared al lado derecho del escudo, abajo, nos hace pensar que son orificios de balas. Otras pinturas semiborradas existen en las paredes. Sin contar los grafitis o las cruces o cálices grabados en la piedra.
Detalle pileta de limpieza o para sacar agua con caracolillos
Como puede verse, por el exterior, la continuidad de esa conducción está rota actualmente por lo que las aguas vierten también al arroyo. En la fachada este existe un nicho con un pilón circular, suponemos que para limpieza, que recibe el agua de un rebosadero del depósito principal. El suelo está roto en la parte de la entrada del agua, por hundimiento, lo mismo que el poyete a la salida de las tuberías. Por ello la falta de uniformidad del depósito. Citar los habitantes del depósito, cinco cangrejos de río, el "padre", más grande y cuatro más, así como caracolillos en la salida circular del rebosadero.
Pileta central salida sur y cangrejos pequeños
El erudito Ricardo Córdoba la Llave cita que el manantial procede de la época romana por los materiales encontrados. Luego en el siglo XVIII se construye esta alcubilla, época de búsquedas y distribución de aguas, para la privatización. Poco más o menos que lo mismo que la tendencia actual. Al día después de la visita, estuve en el Archivo Municipal, la joya de la corona del Ayuntamiento, con un personal que suple la carencia de medios y presupuesto con una gran profesionalidad. No encontré nada o no lo busqué adecuadamente, a pesar de la amabilidad del funcionariado, J. Carlos, Loli o Verónica.
Rincón noroeste
Es verdad que figura muy poco sobre la alcubilla, posiblemente habría que moverse en el apartado Hoja de Maimón, o en las actas capitulares de fechas anteriores pero en este último caso sería necesario ser un paleógrafo, que yo no soy y... además no sé por qué razón se me nota bastante. De todas formas eso debe quedar para los expertos en aguas o en historia. Yo sólo pretendo comentar lo cercano, activar las memorias de los demás, o denunciar lo denunciable. Por lo menos está demostrado que los propietarios institucionales no se preocupan como debieran de su patrimonio, de nuestro patrimonio.
Luego nos lamentaremos cuando el clero, en su afán acumulador de riquezas terrenales "inmatriculen"la alcubilla. Otras cosas están más lejos y a lo peor es que aún no le han echado el ojo. Podrían aludir que algún obispo hizo un perol en ese lugar. Aunque en los alrededores si se pretende hacer algo parecido con los caminos centenarios. Esta zona del arroyo de la Palomera es un vivero de elementos hidráulicos de toda la vida, entendiendo el toda por lo menos dos mil años. Ramales del Aqua Nova Domitiana Augusta -ya los citó Ventura, o Guadalupe Pizarro en su interesante Tesis doctoral-, distribución debajo del puente, de embalse del Arroyo de la Palomera y otro embalse de mucha importancia en el arroyo Pedroche, que ya ha recibido las aguas del Santo Domingo, y servía para alimentar el molino de D. Lucas, de gongorino recuerdo.
Luego la unificación de las aguas en el puente romano del Molino de los Ciegos para distribuir a Córdoba. Tengo mis dudas en cuanto a que desde la Palomera se distribuyera para Córdoba, por el sector del arroyo de las Piedras, así sin más, simplemente por las curvas de nivel. Salvo que bajara buscando la cota del actual canal de riego, para acercarse al arroyo de las Piedras, en el Sombrerillo del Rey. La alcubilla está en la cota 150 m.s.n.m. Es verdad que la construcción del ferrocarril en el siglo XIX, seguramente destruyó conducciones de ese tiempo, pero hay muchas dudas. Por ejemplo, ese enorme depósito de agua que en los planos llaman Castillo del Maimón en la cota superior, y que había de llenarse de una fuente superior. O los túneles que discurren por la cornisa.
Mucho donde estudiar por los expertos, y que denunciar su abandono por los profanos. Y mucho que agradecer a esos vecinos que haciendo alarde de lo que debían hacer las administraciones, han dedicado su tiempo, su dinero a recuperar la Alcubilla de la Palomera y a denunciar lo que estiman es denunciable para proteger el patrimonio que es de todos y el ayuntamiento y otras administraciones tienen abandonado a su suerte.
Del libro de las aguas de López Amo
Fotos del autor, L. Moreno y GoolZoom
Bibliografía de Ricardo Córdoba la Llave, Tesis doctoral de Guadalupe Pizarro y textos de Ventura.