UNA HISTORIA PERSONAL RELATIVA AL CÁNCER

Todo empezó con un aumento en el control anual rutinario del marcador tumoral PSA, había ido subiendo paulatinamente y pensábamos que, como no había rebasado los niveles protocolarios, eran alteraciones de viejo, no había problemas pero estos se iban gestando. Luego el año 2018 pasó de 3,06, y se inició el protocolo. Visita al urólogo, primer tacto rectal, que diagnosticó HBP, Hiperplasia Benigna de Próstata, sin alarmas de consideración. Tratamiento antibiótico y bajada a límites normales del punto de partida. Nuevamente vigilancia periódica pero también nuevamente subida. Control de mayo 2019, esta vez el PSA a 4.3, y el oportuno libre bajo. A partir de ahí otra vez el protocolo, nueva visita al urólogo, nuevo tacto rectal que seguía sin alarmas y el siguiente paso era una biopsia.

Se programó para el 8 de julio, lo que ocurre que por la razón que sea, daba el perfil para entrar en el programa de investigación del IMIBIC, y el Dr. Gómez me llamó un domingo por la mañana desde su móvil a casa para decirme si me interesaba, y le dije que claro que sí, si podía contribuir a conseguir mejores métodos de diagnóstico, más precisos y menos agresivos. Al día siguiente estaba nuevamente en consulta. Otra prueba con tacto rectal, un masaje previo prostático y muestra de orina posterior, y una resonancia magnética prevista para el día 18. Se había suspendido la biopsia del día 8. Nueva llamada telefónica y la consulta prevista para el 24 de julio fue una cita para una biopsia de fusión, a la vista del informe de la resonancia magnética. Un trato exquisito, amable, y dieciséis pinchazos en las zonas sospechosas que reflejaron la resonancia y otras.

No habían pasado cinco días, cuando nuevamente el joven urólogo me llamó, ya no había duda, eran los resultados y se adelantaba la consulta. Si la cosa es negativa no te llaman antes de la consulta, por lo tanto había que esperar lo peor. Pretendí ir solo, pero no tenía derecho a hurtar a mi familia su presencia. Fui con Conchi y lo previsto se confirmó, dos tumores de un determinado nivel a cada lado del órgano, y una serie de datos que solo ellos entienden. Era un diagnóstico claro de cáncer. De acuerdo y ¿ahora qué? fue la pregunta. Se nos presentó un abanico de soluciones, desde la vigilancia, ante la insinuación de no hacerme más pruebas de ningún tipo, pasando por las otras ofertas terapéuticas. 

La recomendación del doctor fue la que según ellos estaba dando mejores resultados. A los mayores de cierta edad, creo que de los setenta, no les ofrecían cirugía radical, sino un tratamiento que consiste en una serie de sesiones de radioterapia asociadas a un tratamiento para reducir la actividad hormonal, poca testosterona que te va quedando, pues menos. Y en eso estamos, pendientes de una gammagrafía del esqueleto el día 29 para comprobar el alcance e iniciar estimo, el tratamiento. Antes había visto como este es un problema muy habitual en el género masculino, Mi primo Antonio, mis amigos Leo, Antonio, Marce, Vicente, Paco y otros, estábamos en el club, y compartíamos el problema. Emilio había decidido no hacerse ningún tratamiento, el especialista le dijo que a lo peor moría de un atropello de un autobús. Lo que pudiera aparentar un porcentaje elevado de casos es el lógico de esta etapa de la vida, con el atenuante que los controles periódicos permiten conocer casos que, si no los hubiera pasarían desapercibidos.

Cerrando los ojos no se apaga la Luna, como nos decía de niños un perturbado de la Huerta de la Reina, que la apagaba cerrándolos, ni se acaban los problemas. Los problemas están ahí y forman parte intrínseca de la vida misma. Como he dicho antes tengo varios amigos y familiares que han pasado por este trance concreto, cada uno con sus variantes, pero todos con el mismo problemático núcleo. Marañón decía que no había enfermedades sino enfermos y por eso la variedad. En una cosa coincidían y ha sido una enseñanza para mí, en el ánimo que me han mostrado. Me ha llamado mucho la atención el positivismo de estos amigos, sin ocultar que seguro habrán tenido momentos bajos. Lo prueban ciertas frases que, aun dotándolas de cierta jocosidad, denotan que la procesión va por dentro. Recuerdo que le envié un vídeo algo subido de color, a un querido amigo, y me contestó – ¿Con lo que tenemos encima tú crees que esto es lo mejor? Y es verdad, nada más cierto, fue un chiste y como tal me lo tomé.

Es lo mismo que cuando comentamos que el tratamiento hormonal es para bajar la libido, completando un determinado tratamiento, y la pregunta jocosa que nos hacemos algunos es: -¿Qué libido? Si cada vez a algunos nos queda menos. Creo que si hacemos chistes de la complicación, de lo desconocido, nos estamos inmunizando contra la desesperanza, y observando el problema desde otra perspectiva, más positiva. Si viene el de la guadaña y la preocupación fundamental es que la misma esté oxidada, vamos dados, como si importara en su uso metafórico segador un tétanos más o menos. 

Mi madre estaba diciendo todo el año que parecía iba a llover, por eso cuando llovía decía que ya lo había anticipado ella. Yo llevaba tiempo haciéndome a la idea que con los datos que venía recopilando, y el procedimiento seguido, lo que venía después sería la confirmación del cáncer, y así fue. Vaya dos meses de julio de los años 2018 y 2019, el primero una pancreatitis a consecuencia de cálculos en la vesícula, resuelto favorablemente y ahora el cáncer de próstata, no quiero pensar todavía en julio de 2020. Conchi dice que no me ha visto flaquear mucho y sí encajar con un cierto olimpismo, pero es que no se puede hacer otra cosa. Hay que confiar en los profesionales, en su saber y menos en otras cuestiones esotéricas que puede que a algunos les vengan bien, pero que no curan. De todas formas no puedo quejarme mucho, no he tenido grandes problemas de salud en mi vida.