La ciudad desde la Asomadilla
Hace un tiempo me preguntó un amigo porque se llamaba La Asomadilla a esta zona norte de la ciudad, “una de las últimas jibas de la sierra”, como dice en un artículo A. Caballero Guadix, director que fue de un semanario titulado independiente que se editaba en nuestra ciudad, en la calle Concepción, 16 dup. y se llamaba La Opinión Ilustrada. Posiblemente desde La Asomadilla se vieran “Los ojos del Conde”faro de serranos a los que se la había hecho la noche, antes de la vuelta a la ciudad como dice otro autor. La realidad es que el nombre del lugar tiene muy poco que añadir, era donde el camino de la sierra se asomaba a la ciudad de Córdoba y por ello La Asomadilla.
Aérea de la Asomadilla (Foto de Google)
Luego es el lugar, gracias al esfuerzo de unos vecinos constantes -posiblemente anónimos para mucha gente, y vecinos nunca suficientemente reconocidos-, el mayor parque de la ciudad, 276.328 m2, y el segundo de Andalucía, conseguido gracias a la perseverancia vecinal de 25 años de reclamaciones. Y en su lado oeste, según se baja de la sierra una vez “asomados” a la misma, está el edificio y los dos nuevos depósitos que dan de beber a Córdoba, con sus modernos Aqua Vetus que transportan desde algo más lejos el agua, desde el Pantano de Guadalmellato y permiten a esta ciudad soportar bastante bien los periodos de sequía, gracias a las modernas instalaciones de tratamiento y almacenamiento. Pero en la zona aún quedan asignaturas pendientes que no entiendo como no se resuelven definitivamente.
La Asomadilla (Se ignora el autor)
Unos aprovechados han ocupado el cauce cubierto del arroyo de San Cristóbal, el dominio hidráulico y están usurpando una propiedad pública y no se puede acceder al Parque desde el Molinillo de Sansueña. Y lleva muchos años el pleito, pero luego le dan importancia algunos, que la tiene, que ocupe una familia un piso y sea difícil desalojarlos. No entiendo como la Justicia no resuelve de una vez este asunto. Unos propietarios que ocupan el entubado del arroyo de San Cristóbal, el dominio hidráulico, lo incorporan a su propiedad y no pasa nada. Con la fácil que sería meter un tractor y desalojar el dominio hidráulico usurpado. Es tan simple como si yo me hiciera una casa encima del Arroyo de Pedroches. Aunque porque no llueve, pero si por cualquier causa el arroyo dijera aquí estoy yo, y reventara por ese lugar se iban a enterar. Pero va del artículo, que es, para mi gusto, excesivamente empalagoso y romántico para estos tiempos:
Zona usurpada del Arroyo de San Cristóbal
“La Asomadilla de Córdoba
A una de las últimas jibas de la sierra de Córdoba, ya para allanarse y recibir a la ciudad, le llaman La Asomadilla. Porque viniendo del monte abrupto en una de las revueltas del camino, aparece Córdoba, como ante un balcón, tan cerca que parece uno haberse asomado a una terraza de la ciudad, más elevada que ella, desde donde se divisa su perfil sereno y fe-menino. Desde allí se goza la visión de Córdoba más cerca que de ninguna otra parte y a aquella terraza natural se asoman los cordobeses a ver su ciudad.
en Córdoba en la Asomadilla, año 1994
Las tardes de alegre romería, cuando vuelven los romeros del santuario, exhaustas las provisiones y la guitarra terciada a las espaldas y las bellas romeras, rosas las mejillas y matas de tomillos y margaritas en la negra inflamación del moño, al llegar a La Asomadilla, se cuaja la ladera de volantes falderos y de sombreros anchos y los ojos de los peregrinos se clavan en su ciudad envuelta en las vaharadas del gris crepuscular, mientras se entona la última tonadilla.
Revista Andalucía año 1928 que publicaba el artículo transcrito
Si el labrador vuelve de la cortijada a trote largo, para la montura en La Asomadilla, recoge el barboquejo y se destoca el cordobés para limpiarse el sudor, pero mira un rato largo a su Córdoba que parece bruñida de brillantes enjalbegada y bonita. Pero La Asomadilla es el altar de los éxtasis del cordobés neto que quiere mucho y espera poco. Se sienta pausadamente sobre un ribazo, lía un cigarrillo y se satura de la visión de Córdoba. En primer término las amplias bocas de sus modernas vías veladas por el espeso humo del ferrocarril, más allá la blancura de la ciudad antigua moteada de ocre y verde, el ocre de los tejados roñosos y el verde de los huertos y jardines; y a distancias, empinadas entre azoteas y tejados, tal cual palmera de lánguidas ramas, como índices u oasis del esplendor de varías civilizaciones entre el blanco hilvanar de anodinas centurias.
La Opinión Ilustrada que dirigía el autor del artículo
Y en conjunto, Córdoba, forres, huertos, palmeras, azoteas, naranjos y aquella calle ahora recta trazada con sombras, donde se encierra todo el porvenir, toda la ilusión, toda la esperanza y todo el querer. ¿Qué mayor felicidad que encerrar todo en el cariño de una mujer? Por bajo La Asomadilla pasa resoplando el tren y rechinando sus vértebras; por una de las bocazas desdentadas de sus ventanillas ha asomado una mano blanca que se despide; el caminante se ha puesto de pie y ondea el sombrero contestando a la mano. Si allí va todo, allí va también Córdoba, pero esa no se oculta a las asomadillas del corazón. A. CABALLERO GUADIX”
Fotografías del autor y autores citados
Bibliografía de Andalucía Ilustrada 1928